¿Cómo mejorar la inteligencia emocional en el trabajo?

La inteligencia emocional puede ayudar a transformar las relaciones en el trabajo, entregando a corto plazo mayores beneficios que otras competencias técnicas. Investigaciones han demostrado que el desarrollo de la inteligencia emocional trae beneficios a nivel laboral como el establecer mejores relaciones, reducir el estrés, aumentar los niveles de felicidad y mejorar la salud, además de ser un buen predictor del rendimiento.

Entonces, ¿cómo mejorar la inteligencia emocional para crear relaciones más beneficiosas en la vida laboral? Aquí cuatro ideas:

  1. Amigarse con las propias emociones. Uno de los principales indicadores de una baja de inteligencia emocional es la falta de empatía, ya que si a alguien le cuesta entender cómo se siente otro, es más probable que haga un comentario inoportuno. Para entender las emociones de los demás es fundamental primero entender las propias. Para esto es útil comenzar por un “diario de emociones”, esto es, al sentir una emoción, detenerse un momento y anotar qué emoción se ha sentido y qué se cree que la gatilló. Mientras más concreto, mejor ya que así se podrán ver como lo que son: algo humano y natural que todos sentimos.
  2. Hablar desde los propios sentimientos. Se ha demostrado científicamente que las emociones se contagian. Y no sólo cuando las vemos en los demás, sino simplemente cuando se habla de ellas. Entonces, para que otro empatice con uno es útil hablar sobre los propios sentimientos, por ejemplo, “me gustaría que revisaras este mail porque me siento molesto con la persona a la que le estoy escribiendo y contar con tu ayuda me tranquiliza”. Aunque es posible que estemos poco acostumbrados a usar esta forma de comunicación asertiva en el entorno profesional, es la manera más sencilla de evitar conflictos y crear relaciones más humanas.
  3. Aprender a escuchar sin juzgar. Se debe evitar caer en la trampa de la negatividad, para eso es útil investigar las emociones, es decir, escuchar a los demás sin juicios de por medio, simplemente buscando descifrar qué emoción ha desencadenado su comportamiento y cuál puede ser su motivo. Se ha demostrado que este hábito es lo que multiplica la empatía y convierte a una persona en emocionalmente inteligente.
  4. Poner atención al lenguaje corporal. El idioma del cuerpo es un reflejo prácticamente infalible del estado anímico de cualquier persona. Ser consciente del propio lenguaje corporal sirve para identificar mejor el de los demás. Para esto sirve hacer una pausa mental ocasionalmente y observarse: mirar la postura y cuáles son las emociones relacionadas. A modo general, las posturas corporales pueden dividirse en dos tipos: las de apertura son las que exponen el cuerpo (abrir ligeramente las piernas, inclinar el cuerpo hacia el interlocutor o mostrar las palmas de las manos) y significan confianza, seguridad y relajación; y las de protección son las posturas que ofrecen protección contra el exterior (cruzar los brazos, las piernas, taparse la boca o poner una maleta entre uno y el interlocutor) y expresan desconfianza, inseguridad o malestar.

Entonces, la inteligencia emocional se mejora comprendiendo las propias emociones y esforzándose por empatizar con los demás. Esto requiere cierto esfuerzo, sin embargo trae tremendos beneficios durante toda la vida profesional.

Fuente: www.entrepreneur.com

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